La leyenda mitológica dice que el Gran Arquitecto del Universo en principio creó a Rebis a su imagen y semejanza, Rebis era un dios muy poderoso, tan poderoso como su creador, el G.A.D.U. se arrepintió de haberle otorgado tanto poder y decidió debiliarle dotándole de dos sexos independientes, con la facultad de reproducirse por sí mismo y aumentar la especie.
Se puede observar que en sus manos sostiene un compás en su mitad masculina, asociada con su padre el sol o la representación del cielo, y una escuadra en la mitad femenina, su madre la luna o la representación de la tierra. Escuadra y compas simbolizan que el Rebis posee las “Virtudes del Cielo y la Tierra”, cielo y tierra representados también por un cuadrado, figura que se realiza con la escuadra y un círculo que se traza con el compás.
En la imagen vemos que Rebis se sitúa sobre un dragón, es el dragón filosófico o dragón babilónico de los alquimistas, el dragón es el guardián de la sabiduría más elevada, se le considera custodio del conocimiento, al mismo nivel de sapiencia que los hombres iluminados.
Su poder está relacionado con el dominio de los cuatro elementos principales que rigen metafísicamente la naturaleza: tierra, aire, agua y fuego. El motivo es el siguiente: su cuerpo reptante representa la unión con la tierra, las escamas simbolizan su poder sobre el agua; las alas testimonian su dominio sobre el aire y su aliento de fuego le anuncia como dueño, guardián y señor del fuego.
Del mismo modo que los solsticios representan la renovación y purificación del masón, para los alquimistas el fuego del dragón tiene que destruir para regenerar posteriormente, de nuevo aparece el principio “Solve et Coagula”, que da lugar al despertar del fuego sagrado o KUNDALINI, como elemento puro y de renovación.
El dragón está apoyado sobre una esfera alada, está alada porque las alas en el antiguo Egipto simbolizaban la divinivad, la realeza y el poder. En su interior vemos nuevamente el cuadrado o la tierra, el círculo o el cielo y el triángulo equilátero que en alquimia simboliza la triple influencia de la materia, la vida y la inteligencia.
Aplicado a nuestra purificación alquímica como masones, nuestro alma proviene del mundo elemental que es el azufre; el espíritu emana del firmamento, es el mercurio o húmedo radical, que se adhiere el azufre; ambas sustancias diferenciadas pertenecen a un mismo cuerpo unidas por un elemento que los ata, que es la sal filosófica o dragón babilónico.
Rebis es el dueño de las dos llaves que abren ambas puertas solsticiales, que son unidireccionales, solamente de salida no tienen regreso, y representan recordemos:
- La puerta del solsticio de verano, el despertar del sentimiento de renovación de nuestra voluntad de cambio
- La puerta del solsticio de invierno la salida de la oscuridad del mundo profano hacia la luz iniciática de la sabiduría y del conocimiento.
En este dibujo ya lo hemos desgranado bastante, hay más sibología pero sería materia de otra presentación, lo vamos a dejar aquí.
Ahora vamos a profundizar en la interpretación que se daba a este símbolo en el pensamiento antiguo, lo que nos ayudará a entender el papel determinante que ha desempeñado a lo largo de la historia.
En la antigüedad este símbolo se relacionaba estrechamente con el órgano reproductor masculino, puesto que el sol para muchas culturas ha representado el principio fecundador o masculino como vehíamos en el Rebis, se concebía al sol como el vencedor de las tinieblas y de la noche.
Este culto fálico nació en Egipto después de haber sido asesinado y descuartizado Osiris a manos de Tifón, (recordamos Osiris “el dios negro”), que representa la privación o destrucción de la luz solar al llegar la noche.
Isis su esposa que es el símbolo de la naturaleza, encontró todos los pedazos del cuerpo de Osiris excepto los órganos de regeneración, cuyo mito simboliza simplemente que el poder fecundador y vitalizante del sol cesa al ocultarse este astro para dar paso a la noche, motivo por el cual para los egipcios Osiris se convirtió en un díos negro, el señor de la noche y juez soberano del inframundo.
En la antigüedad era corriente representar imágenes fálicas en las puertas de los templos, por ejemplo el historiador Luciano nos habla de la exsitencia de dos falos colosales, cada uno de los cuales tenía ciento ochenta pies (unos 24 metros) de altura, en el antepatio del Templo de Hierápolis, ciudad helenística del siglo II antes de la era común, dedicado a la deidad siria Astárgatis, diosa protectora del amor y la fertilidad.
El egiptólogo y arqueólogo alemán Karl Müller dice en su “Anciant Art and its Remains” escrito en 1852, que sobre la tumba de Haliates rey de Lidia, está colocado un falo también colosal con doce pies de diámetro.
Tan universal y extendido era este culto fálico que inclulso se ha descubierto también entre las culturas de América precolombina, un ejemplo es la imagen fálica de mármol encontrada por el doctor Arthaut en 1790 en una caverna en Santo Domingo perteneciente a los indios Taínos.
Por lo tanto este culto se puede considerar como símbolo del principio masculino de la naturaleza y como rito religioso, sin darle ninguna significación lasciva o impura.
En el V.L.S. en el salmo CVI de Números dice: “allegáronse asimismo a Ball-peor y comieron los sacrificios de los muertos”, esta expresión se refiere claramente según Russel a las cualidades físicas de la materia y a la época en que la muerte, debido a la falta de calor solar en invierno, se apodera la tierra.
Según él Ball-peor era el sol ejerciendo sus fuerzas fecundantes, como refleja en su libro “Conexión entre la historia sacra y la profana”.
Podemos ver en esta antigua figura de origen indú que del punto dentro del círculo surge lo que representaba para ellos del principio masculino o lingam, la figura del círculo está simbolizada por el receptáculo circular o Yoni, que es el principio femenino sobre la cual descasa el lingam.
La interpretación indú del círculo y el punto está en línea con los dioses mitologicos del paganismo antiguo que rendían culto a las fuerzas prolíficas de la naturaleza, donde se representaba la dualidad del principio reproductor, asociando a los dioses activos o masculinos con sus pares femeninos o pasivos, como por ejemplo Júpiter y Juno, Baco y Venus, Osiris e Isis, etc.
Plutarco dice en el “Discurso sobre Isis y Osiris” que: “Dios es una inteligencia masculina y femenina y siendo esta inteligencia vida y luz a la vez, dio lugar a la figura del Creador del Universo”.
En los orígenes afroasiáticos del semitismo hace unos 3.000 años, aparece por primera vez la figura de este símolo que vemos a continuación, los hebreos ya suponían también que el sol era energía fecundante masculina y la naturaleza o universo el prolífico principio femenino. Representaban este hermafroditismo de la Divinidad Suprema con el símbolo del círculo y la letra hebrea “iod” en el centro.
Por tanto, en su origen, dentro del círculo no había un punto, era esta tilde que es como un acento en castellano, letra que en hebreo se correspondiente a la Y o J. El motivo de poner esta letra en el interior del círculo es que en la Cábala representa la semilla, el origen, de hecho es la letra más pequeña del alfabeto hebreo, simboliza el poder, la acción del Todopoderoso, es el principio activo por excelencia, la partícula divina que como chispa virginal representa el principio masculino divino.
Al mismo tiempo es la primera incial del nombre sagrado del G.A.D.U. en hebreo, palabra que para el judaísmo está prohibido pronunciar, ni siquiera escribirlo sobre cualquier superficie que pueda destruirse.
El siguiente párrafo de la Torá hace referencia a este hermafroditismo del Creador, dice literalmente en apartado 1:27 del Libro del “Bereshit” o del Génesis: “y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó: macho y hembra los creó. Y habiendo sido creados “macho y hembra” lo fueron a su imagen y semejanza.”
Hasta aquí he hecho una pequeña introducción al origen milenario del símbolo hermafrodita del punto dentro del círculo como representación divina, voy a concluir con la interpretación clásica para la masonería de este símbolo.
Como podéis apreciar es el mismo círculo con un punto en el centro, limitado al norte y al sur por las dos grandes líneas paralelas, sobre ellas representados Moisés y el Rey Salomón, este círculo toca el V.L.S. y sobre él se apoya la escalera de Jacob.
El punto interior del círculo representa al masón y si apoyamos en él nuestro compás, que simboliza la virtud de la equidad, el respeto y la igualad, trazamos un círculo que representa los deberes que debemos observar con el G.A.D.U. y los justos límites de conducta con nuestros semejantes.
Nuestros semejantes están representados por los infinitos puntos que componen el círculo, todos se encuentran a la misma distancia del centro, nuestra libertad como dueños del compás nos permite abrirlo o cerrarlo como estimemos, abarcando un ámbito desde la nada hasta todo.
Al Norte y al Sur hay dos rectas paralelas tangenciales al círculo, ellas jamás se tocarán, además de la representación de los solsticios son símbolo de la conducta justa, recta y fraternal que el masón debe observar tanto en su vida personal como en sus relaciones con los hermanos.
Vuelve a aparecer la representación de la escuadra y el compas.
Ambas paralelas vienen representadas por Moisés y el Rey Salomón; Moisés fue instruido por los egipcios en la sabiduría y la humildad y en particular en el dominio de la Masonería; Salomón es el símbolo de las virtudes que le concedió G.A.D.U., que según la Torah son prudencia, justicia y claridad de discernimiento entre lo bueno y lo malo.
En la parte superior de este círculo se apoya el Volumen de la Ley Sagrada, que como sabemos debe dirigir y regular nuestra fe, sobre el V.L.S. los masones juramos solemnemente las obligaciones del grado, un compromiso sagrado e indispensable que adquirimos de por vida.
Apoyado en el V.L.S. está la escalera de Jacob que alcanza los cielos y nos conduce al G.A.D.U., los cielos concebidos como una morada celestial, que está velada a los ojos mortales por el firmamento estrellado. La escalera de Jacob se apoya sobre el V.L.S. porque sus doctrinas nos enseñan a creer en los preceptos de G.A.D.U., aquel que no nos engañará ni puede ser engañado.
Como dice nuestro ritual, esta creencia fortifica nuestra fe y nos permite ascender al primer peldaño de la escalera; la fe crea en nosotros la certidumbre de compartir las promesas divinas, lo que nos permite subir al 2º peldaño la esperanza; el tercero es la caridad que encierra todo y con ella se alcanza la cima de la profesión espiritual.
Estos tres primeros peldaños: fe, esperanza y caridad, nos conducen a las virtudes donde descansa la moral del masón, que Platón y designó como las virtudes cardinales del hombre: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.
Por tanto para los masones la escalera de Jacob simboliza las cualidades espirituales del alma, tesoros de un conocimiento superior al que accedemos una vez vencida la penosa pendiente de superación personal.
Girando alrededor de este punto es inevitable tocar las dos líneas paralelas y el V.L.S., así que como dice nuestro ritual y las lecturas de emulación: “mientras un masón se mantenga dentro de este círculo no podrá errar.
Para los alqulimistas mantenerse en el círculo representa el signo de la gran obra que, como le decía el sabio alsaciano y canónigo benedictino Basilio Valentín a Fulcanelli, culmina para quien tiene el privilegio de observar la brillante estrella de la mañana o luz de los sabios, que consagra la sabiduría.
Desde que era aprendiz este fue el símbolo que mas llamó mi atención sin saber exactamente por qué, ahora tras 9 años en Masonería me fascina aún más, he comprendido que exige de mi un proyecto muy ambicioso que, ahora como conclusión de lo dicho quiero compartirlo y es el siguiente:
- El punto interior del círculo que soy yo, me pide: “equidad, respeto e igualdad”.
- El propio círculo me marca los “justos límites con los demás”.
- Las líneas paralelas me exigen rectitud mediante: “conducta humilde, justa, sabia y fraternal”.
- También al tocar el V.L.S. se marca la dirección de mi fe y los deberes con el G.A.D.U.
- La escalera de Jacob me pide practicar: las virtudes del alma “fe, esperanza y caridad”; y también los preceptos morales de “prudencia, justicia, fortaleza y templanza”.
Ahora cobra aún mas sentido para mi saber que el Tercer Gado nos enseña a mantenernos en el círculo con las dos paralelas, nos prepara mediante la renovación de la vida individual más allá de la muerte para afrontar las horas finales de nuestra existencia con la enseñanza como dice nuestro ritual, que para los hombres justos y rectos la muerte no se iguala en terror al de la mancha de la falsedad y el deshonor.
Termino agradeciendo la atención y esperando que la información expuesta sobre este símbolo haya aportado algo de luz.
Fermín Caballero